Había una vez una niña que cada día era de un color. Se despertaba y era azul, entonces se miraba en las aguas del lago para encontrarse. O se levantaba y era del color del cielo en la noche, se miraba en él y veía las estrellas. Una vez se despertó de color marrón y por eso se miraba en la tierra aquel día.
Cuando despertó transparente, no supo dónde buscarse. Encontró el espejo, se asomó a él y vio sucederse un infinito de espejos transparentes al final de los cuales una puerta se abrió para dejarla pasar al otro lado pero no se atrevió y se volvió de nuevo a su cama. Se sentía apenada por haber sido cobarde.
Aquella mañana abrió los ojos con la inquietud de si la puerta de los espejos se abriría de nuevo, quizás no se repetiría la oportunidad... Su color volvía a ser transparente y acudió a mirarse en el reflejo del cristal. La puerta se abrió y un mundo lleno de colores se fue sucediendo a través de ella. Se volvía violeta al contemplar el atardecer, dorada al mediodía, verde al atravesar los bosques de milflores al pasear por el jardín. Fue recorriendo increíbles lugares cada uno con su color y, por un momento, le entró la duda de si encontraría la puerta por la que había entrado al otro lado del espejo... pero al final de todo, allí estaba. Salió muy despacito, agotada por el viaje y se acostó en su camita muy satisfecha.
La sorpresa llegó por la mañana al ver que su imagen le devolvía lunares y cuadros. ¿Dónde encontrarse? Buscó por toda la casa hasta llegar a un armario del desván del que sacó el vestido de lunares de cuando su madre era niña y se pudo mirar en él. Tenía una parte. Los cuadros, le faltaban los cuadros... Al fin en el comedor, las servilletas le dieron la solución (Menos mal que no había amanecido de Navidad si no habría tenido que pedirte las tuyas, susurró el Narrador... Las risas llenaron la estancia)
Fue así como la niña tuvo todos los colores y a partir de entonces la llamaron Camaleón... Despertó en aquel momento, recobrando la consciencia poco a poco del recuerdo de lo que había vivido, no sabiendo si era una niña que había soñado ser cielo, si la tierra había soñado ser niña... (o si un vestido de lunares soñó ser servilleta... de cuadros, comentó el público... Y las risas, interminables y cómplices, lo inundaron todo).
4 susurros:
Jajajajjajajajajajajaja, este cuento gana mucho bien escrito por la niña que escucha.
Me ha wencantado tu blog, yo acabo de empezar con el mío. Por si te quieres pasar
http://cuentosincoclusos.blogspot.com/
Muchas gracias, Shei. Te visitaré.
¿Te apetece participar en el Cuento a medias ?
Necesitamos ideas nuevas. Quedas invitada.
Saludos.
excelente, lo disfrute muco
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