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sábado, 26 de abril de 2008

De grullas II

miércoles, 27 febrero 2008 a las 15:31


Hacía mucho que no la veía, casi dos meses. Llovía ahora, al salir de trabajar, y el aire frío cortaba la piel. Mientras atravesaba el puente me he quedado de piedra. Allí estaba ella, quieta en el centro del río. Las luces de las farolas jugueteando con la corriente saltarina, salpicada por la lluvia, así como mi paragüas en el que sonaba seca... tap... tap... y los patos durmiendo en la orilla.

Ya son varias las veces que la he encontrado en ese mismo lugar en día de lluvia. La noche la hace más hermosa. Sus colores refulgen y se aprecian con nitidez el gris y el negro de su plumaje. Sus largas patas se hundían en el agua hasta la mitad. Parecía crecer por momentos al estirar su cuello y extremidades para caminar parsimoniosa.

He intentado hacerle fotos con el móvil pero ¡imposible! No se veía nada. ¡La tenía delante y no podía hacerle una foto! Lo he intentado varias veces pero no había manera. Se apreciaban los reflejos de las farolas pero de la grulla ni rastro... Caxisssss... Se ha quedado quieta un ratito más, parecía saber que la observaba apoyada en la baranda, y, de pronto, ha pasado del estatismo al movimiento total, ha echado a volar, desplegando toda su envergadura, remontando el río corriente arriba. ¡Me he quedado maravillada de su vuelo rasante sobre el agua! ¡Qué espléndido animal! Y sigo maravillada. Quisiera saber dónde tiene su nido.


Lunes, 18 de Febrero de 2008
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La he visto de nuevo. Mediodía. Sol espléndido. Temperatura primaveral. Parecía esperarme para alzarse en vuelo en cuanto me he asomado a la baranda. Despaciosa, casi a ras del agua, ha pasado bajo los ojos del puente hacia el otro lado y ha emprendido el ascenso, arriba y más y más, dibujando un gran círculo entre las iglesias de San Miguel y San Pedro y volviendo de nuevo sobre la vertical del puente, a escasos metros de mí.

Yo, como siempre, con el móvil en la mano y ¡sin poder fotografiarla! Móvil que, por otro lado, terminará sumergido en el río alguna de las innumerables veces en que estiro el brazo todo lo que puedo por encima de la barandilla para acercarlo a la grulla y es que el zoom de que dispone, pobrecico, deja mucho que desear. Tendré que comprar una cámara por fin, Mirendu, y llevarla siempre encima para no desperdiciar las ocasiones... Y es que...

No es habitual una grulla solitaria, en esta época del año y en esta zona. Algún día tendrá que contarme por qué se quedó aquí...

Viernes, 29 de Febrero de 2008


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Esta grulla me toma el pelo. Sí. Como cada día, al salir del trabajo, paso sobre el puente y miro hacia la derecha. Es donde suele encontrarse ella, ahí, en el centro mismo de la corriente. He mirado y no estaba, ni en el agua ni volando por allí. Hoy el cielo sólo se deja ver en algunos puntos, el resto son nubes, el día está cálido. Los patos, como siempre, con su escandalera y, entre ellos, una parejita que hace días veo jugar junta, pescar junta, un poco separados del resto. Un patito blanco y otro oscurito.

Llego a mi coche y, necesariamente debo pasar de nuevo sobre el río para coger la dirección a mi casa, así que salgo del aparcamiento y me encamino al puente. Según paso sobre él, la veo... Caxisss, justo al otro lado, el que no es habitual. Pienso: ¿vuelvo o no vuelvo?. Tengo que dar la vuelta a la manzana. No me pierdo una posible foto de mi grulla en la que se la distinga. En el Ayuntamiento me detengo y la miro desde la distancia. Seguía allí. Decidido, vuelvo.

La grulla en el centro de la foto, aunque no se la distinga.Aparco en el mismo sitio. Ahí seguía el hueco. Y me bajo sólo con el móvil y la llave del coche en la mano. Me acerco temerosa de que ya no esté, al tiempo que voy preparando la opción "cámara". Está. Se va alejando, pausada, en dirección contraria a la mía. Bajo por una cuesta con escalerillas muy separadas y cómodas hasta la orilla. La grulla sigue caminando despacio, con ese movimiento rítmico, alejándose poco a poco. Se ha terminado la escalerilla y ahora el suelo es tierra y hierba, pero más lo primero y encharcada. Me miro los pies. Bueno, con las camperas no será tan dificil.

Vamos acercándonos las dos, ella por el agua hacia un grupo de patos que charlotean cerca de la orilla y yo por fuera, con cuidado de no dar un traspiés. Parece que se va a mantener un poco en esa situación. Un árbol, desnudo aún, me puede servir de parapeto para acercarme sin asustarla y conseguir una bonita foto o, al menos, una en la que se la reconozca.

Dicho y hecho, me voy aproximando, paso sobre otro árbol, caído, buscando dónde pisar porque está muy resbaladizo y me veo en el agua. Tanto cuidado llevo que no me doy cuenta de que, durante mi aproximación, ¡ella se ha echado a volar y ha desaparecido! Ni rastro de la grulla. Ni en las orillas, ni en los tejados, ni en el otro lado del puente... Me toma el pelo... sí.

Lunes, 3 de Marzo de 2008

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En estos días de atrás ha nevado y llovido bastante. El caudal del río ha crecido. Me preocupa no volver a ver a mi grulla en una temporada, hasta que descienda la corriente a su nivel de siempre. Y también me preocupa, no sé por qué, encontrarla muerta en el agua, por eso me acerco a mirar con un poco de incertidumbre y temor.


Hoy el sol alumbra cálido desde lo alto y el cielo brilla con un azul intenso. La temperatura es primaveral. Y mis ojos recorren despacio cada tejado, los de las casas, los de las iglesias de San Miguel y San Pedro y la Peña de los Castillos... escudriñando cada uno de ellos por si estuviera allí.


Quizás haga demasiado calor y haya decidido marcharse. ¿Dónde podría ir una grulla solitaria como la mía? No, permanecerá aquí, no migrará. Estoy segura.

Martes, 11 de Marzo de 2008

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El caudal del río ha crecido desde ayer. Y aumentará aún mañana si el tiempo sigue como ahora, sin llover ni nevar. La corriente es fuerte y ya ni los patos nadan en ella, sólo en algunos remansos entre la vegetación. Sin embargo, se les ve sobrevolando el río de una ribera a la otra acuatizando ruidosos. Es un gusto verlos.

De la grulla, ni rastro...

Miércoles, 12 de Marzo de 2008


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El río sigue llevando mucho caudal de agua, sin embargo en los pilares del puente ya se aprecia la marca de la altura que alcanzaba ayer, a unos veinte centímetros de la de hoy... Desciende. Aún va muy crecido para que se acerque la grulla. ¡Qué pena! El día es excepcionalmente cálido y soleado, más se diría de primavera que de invierno, y ella seguro que disfrutaría con sus largas patas en el agua y la brisa fresca despeinándole las plumas si el nivel fuera más bajo y la corriente más calma.

Jueves, 13 de Marzo de 2008

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Este río me enamora. El mismo y cambiante cada día. Conserva en gran medida el caudal que el deshielo precipitado y las lluvias de hace un mes consiguieron. Ahora, un poco más bajo solamente, permite adivinar el fondo de piedras que hasta hace unos días, con las aguas revueltas, no era posible ver. La corriente se desliza rauda y calma. Imparable. Imponente. Hablando en murmullos a cada golpe, a cada obstáculo. Subyuga el alma contemplarla. Te arrastra consigo, secuestrando el pensamiento hasta el lejano mar.

He observado a dos patos macho pelear por una hembra. Me ha sorprendido que el más fuerte sujetaba con el pico en el cuello al otro obligándole a bajar la cabeza. No recuerdo haber visto ese comportamiento en las aves. Quizá me perdí ese documental...

De la grulla ni rastro.

Miércoles, 23 de Abril de 2008

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Hoy la he visto de nuevo. Hacía meses que no se acercaba al claro del río, cerquita del puente. No hace mucho compré una cámara para poder fotografiarla y, casualmente hoy la había tenido que prestar e iba sin ella. Ya me había cruzado por la mente el pensamiento de que quizás apareciera hoy.
Después de aparcar iba entrando en el puente distraída hablando por el teléfono móvil y de pronto la veo. ¡Caxis, y yo sin la cámara! ¡Qué mala suerte!

Martes, 19 de Agosto de 2008

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©Paloma

http://elnidodepaloma.blogspot.com/2008/09/disculpen-las-molestias.html